Lima y Arguedas, un año más entre nosotros

Por: Mario Tejada

Este 18 de enero es un aniversario más de la fundación de Lima, capital de nuestro país. Pero, quizás, más importante, es el día que nació uno de los más destacados científicos sociales, novelista y poeta: José María Arguedas. En 1911 abrió sus ojos y vio la primera luz del país que tanto amó y vivió en su plenitud. Ello, porque él fue testigo vivencial de nuestras realidades todavía no encontradas en la cuales una, las que tienen el poder miran con desprecio a la otra, la indígena, la campesina, la que sufre mayor opresión, desprecio y explotación. En estos días existe un alud campesino indígena que invade las calles, particularmente la Plaza San Martín, y el alcalde de Lima ha sido obligado a suspender las actividades celebratorias lo cual nos indica que en el Perú las realidades culturales y de clase no serán las de antes. 

Arguedas, en un discurso que leyó con motivo de recibir el Premio Inca Garcilaso de la Vega en octubre de 1968 señaló que su obra no tuvo más ambición que la de volcar en la corriente de la sabiduría y el arte del Perú criollo el caudal del arte y la sabiduría de un pueblo al cual se le consideraba degenerado, debilitado o “extraño” e “impenetrable” pero que, en realidad, no llega a ser sino lo que lo que es un gran pueblo, oprimido por el desprecio social, la dominación política y la explotación económica en el propio suelo donde realizó hazañas por las que la historia lo consideró un gran pueblo.

Los habitantes de Lima antes de la II Guerra Mundial convivían en el mismo espacio. La Av. Arequipa recién se construye en la época en que Leguía fue presidente, y los festejos del Primer Centenario de nuestra independencia lo obligan a realizar obras de tal magnitud, que recién en esos años comienza a adquirir características de una ciudad contemporánea. 

En las décadas del 70 y del 80 del siglo pasado Lima ya había adquirido otra fisonomía. No era la que fue antes de la II Guerra Mundial, la cual terminaba en la Av. Grau y lo que hoy es el distrito de San Martín de Porres todavía no existía. En la década del 50 el aluvión migratorio comenzó a dejarse sentir y los desiertos del sur de Lima empezaron a poblarse.  así como los cerros que colindaban con la antigua carretera para dirigirse al norte del país y que hoy es la Avenida Túpac Amaru.

El vals criollo, género musical que todavía la cultura oficial lo considera como el que representa a nuestro país, comienza a decaer y los habitantes de los conos crean sus propios espacios de recreación. En un primer momento fueron unas carpas de circo denominados coliseos, el más famoso y concurrido fue el Coliseo Nacional ubicado en la Av. Bolívar, La Victoria, al cual concurría nuestro José María. Es, en ese espacio, que conoció a Jaime Guardia destacado charanguista y a Máximo Damián violinista andino campesino quechua hablante.

La obra de Arguedas realizada en Lima en relación a las manifestaciones artística populares para abrirles espacio en la cultura oficial de nuestro país, todavía no ha sido investigada y valorada en la dimensión que se merece. En esos años el mundo académico y artístico era pequeño, y su labor fue reconocida por los intelectuales y artistas académicos de aquellos años Si actualmente las manifestaciones artísticas populares tienen un espacio importante en Lima, esta realidad le debe mucho a nuestro Arguedas que supo ganarse un destacado lugar en esta dura realidad y aprovechar los espacios que el Estado le brindó para realizar la labor que se impuso: El de hacer conocer y se valore las manifestaciones artísticas de nuestros Andes sin dejar de denunciar la opresión y explotación que el pueblo sufría y sufre. Debemos de aprender de Arguedas para seguir su misión y objetivos por los cuales trabajo toda su vida.

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