El Castor

Por: Mario Tejada

Dos, que podríamos asegurar que fueron uno, es Simeone de Beauvoir y Jean Paul Sartre. Él, la relaciono con un Castor, ese animal, ese ser vivo que se distingue por su extraordinaria laboriosidad, curiosidad y que anda en manadas; bondades que en el ser humano se convierten en extraordinarias cualidades y que si son bien empleadas le permiten alcanzar objetivos, que, en el caso de Simone, se transformaron en leyendas para la liberación de los explotados y las mujeres en el pasado siglo.

Su labor, que fue esencialmente en los parámetros de la filosofía, con más precisión, del existencialismo sartreano, le permitió hurgar en las condiciones de la naturaleza propia de la mujer partiendo por reflexionar desde su propia existencia y de su cuerpo, y que es ser mujer en un mundo hecho por los hombres y para los hombres.

No es casual que alguna vez le señalara a Sartre: Todo lo que tú haces lo hago yo, sangrando, y con la palabra sangrar incidiera en su condición de mujer relacionada con la menstruación. Su trabazón con él fue de una gran libertad e igualdad, lo cual devino en un profundo respeto mutuo por las opiniones y sus quehaceres cotidianos e intelectuales. Ello, no significa que no se produjeran problemas de todo tipo, ya sea de carácter intelectual y personal, incluyendo los celos.

La relación de pareja que construyeron y que duro todas sus vidas, fue fruto de las admiraciones que sostuvieron el uno del otro y que se edificó teniendo como base la libertad y la valoración sobre sus quehaceres intelectuales que lograron desarrollar desde su juventud. Ello, cuando se conocieron elaborando sus tesis universitarias.

Esta relación, como señalamos, tuvo como base la libertad, y, quizás, no hubiera podido sostenerse en el tiempo sino fuera por la profunda confianza que se correspondían el uno al otro en sus capacidades de análisis, los que les permitió señalar las debilidades de los borradores de sus obras. Sus biógrafos señalan que sus textos fueron dadas a la imprenta después de haber pasado por la dura prueba de sus lecturas y del visto bueno de ambos

El Segundo Sexo, la obra de Simone se convirtió el siglo pasado en un hito para las luchas de las mujeres por la igualdad. Si bien Simone no fue feminista ni militó en este movimiento, ella siempre se declaró existencialista y su obra está enmarcada en esta corriente filosófica, no se puede negar la influencia y el peso que tuvo para el desarrollo del feminismo el siglo pasado, y que constituyó la base para el peso social y político que ha adquirido en este siglo.

En nuestro país se puede asegurar que el movimiento feminista comienza acentuarse y tomar fuerza precisamente en esos años. Sartre y Simone en la década del sesenta, a finales de la Segunda Guerra Mundial, fueron los intelectuales franceses que a nivel mundial por su prestigio y figuras daban el sello final para que los movimientos de liberación nacional y las luchas anticolonialistas adquirieran prestigio. La prestancia de sus sus obras fueron determinantes para las luchas de las mujeres por su liberación. Por ello la obra de Simone EL Segundo Sexo se ha convertido en un textoque toda activista y mujer consciente que ha reflexionado sobre su opresión debe no solamente leer, inclusive estudiarla en grupo con otras mujeres. Ello le permitirá poder intercambiar ideas y acciones con la otra mitad del mundo, los hombres, para nuestra liberación social y la conquista del socialismo.

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