Gran unidad para cambiar el Perú

GOBIERNO DE TRANSICIÓN ¡YA!

  1. El Perú enfrenta momentos decisivos. La crisis política y moral marca la dinámica nacional. De un lado, un gobierno manchado de sangre e incapaz de generar un mínimo de consenso, y un Congreso cuestionado por su ineficacia, insolvencia y responsabilidad en la crisis; del otro, una inmensa mayoría de la población que exige se vayan todos.
  2. La movilización popular surgida en el Sur, que se extiende al resto del país, es la respuesta a reivindicaciones históricas no resueltas; al modelo de economía, Estado y de valores que se nos impuso con el neoliberalismo y la Constitución fujimorista de 1993; a la crisis política de los últimos 6 años que ha conducido a la anarquía, a la confrontación marcada por intereses de camarillas, a la disputa de despojos entre el ejecutivo y el Congreso a expensas del país y el pueblo peruanos.
  3. Lo que tenemos es una sociedad errática, enferma, sin horizonte claro, al servicio de pocos. No son suficientes paliativos para salir del paso. Se necesita respuestas de fondo y no promesas o paliativos para que todo siga igual. Por eso la exigencia de una nueva Constitución, el llamado a refundar la República. Y, en lo inmediato, elecciones ¡ya!
  4. Compartimos esta aspiración, urgente y necesaria, pero insuficiente. Es indispensable construir, desde el lado popular, una alternativa que la haga viable. Es decir: unidad, organización, capacidad de gobierno, correlación política, social y cultural favorable. No más improvisación que con Pedro Castillo terminó en el fracaso.
  5. La gesta heroica del pueblo peruano de los dos últimos meses, con el saldo trágico de 60 muertos de una brutal represión que condenamos, más allá de limitaciones y espontaneidad tiene un profundo mensaje: la necesidad de procesar una renovación profunda para que el Perú se reencuentre con su destino y futuro. La paradoja es que esta batalla, que debiera ser asumida por las fuerzas políticas e intelectuales de manera unificada, en torno de un proyecto de país, es asumida, a su manera, desde el pueblo llano, desde los olvidados de siempre. Allí su fuerza, también sus limitaciones, que en nada empaña la presencia de ciertos aventureros que siempre han reclamado “una cuota de sangre” para existir.
  6. Renovar la política, hoy degradada por quienes la asumen como negocio o protagonismo caudillista, y los partidos políticos como vientres de alquiler, es tarea urgente. Un Congreso sin legitimidad es una burla a la democracia y a la credibilidad ciudadana. Lo es también un gobierno, como el de Castillo, que gobernó con los mismos vicios y precariedades de la derecha. Una izquierda, para ser tal, debe demostrar en los hechos que es la fuerza política, moral e intelectual que se necesita para sacar al país del pantano en que se encuentra.
  7. Los comunistas peruanos, herederos y continuadores de la herencia de Mariátegui, llamamos a trabajar en serio por la unidad más amplia de las izquierdas, el movimiento popular y el progresismo, en torno de una plataforma común alternativa al neoliberalismo e impedir que las tendencias autoritarias se impongan. A construir, desde las bases, la Asamblea de los Pueblos, inseparable de la batalla por una nueva Constitución. Que la gesta heroica del pueblo no se pierda por la estrechez de miras o por el oportunismo político.

¡Otro Perú es posible! ¡Atrevámonos a construirlo!

¡Nueva Constitución para una nueva República!

Lima, febrero de 2023.

Buró Político del Comité Central

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