Reflexiones de fin de año

Por: Manuel Guerra

Culmina el 2024 con el agravamiento de la situación del país, la profundización de la crisis del Estado neoliberal, la descomposición moral y la decadencia que afecta a la sociedad, la entronización de la corrupción, la criminalidad, el sicariato, la inseguridad que afecta a los peruanos y peruanas. Con la prepotencia de la dictadura mafiosa instalada en el gobierno y el Congreso que actúa con alevosía para prolongar su permanencia y tener impunidad frente a los casos de corrupción y violación de los derechos humanos que la comprometen.

Lo preocupante es que esta situación no va a tener solución a corto plazo, en tanto las fuerzas llamadas a abrir un nuevo rumbo al país, se muestran incapacitadas para ello. Las organizaciones de izquierda en su gran mayoría no cuentan con estructuras fuertes, ni con solvencia programático, ni con influencia en los sectores populares. Domina la visión estrecha, el interés de coyuntura, la obsesión por la ventaja electoral; en consecuencia, la dificultad para unirse en torno a un proyecto de país y accionar con coherencia.

Asimismo, el movimiento popular continúa fragmentado y a la defensiva. Los estallidos sociales que se han registrado han sido de carácter espontáneo, no han logrado continuidad ni centralización, además han sido golpeados por la brutal represión de la dictadura.

La paradoja es que la inmensa mayoría de la población repudia a la dictadura, expresa su descontento con la situación del país, se pronuncia por la necesidad de cambios profundos. Pero desconfía de todos los actores políticos, de la política y los partidos, incluyendo a los de izquierda. Desconfianza, indignación e incertidumbre es lo que caracteriza al estado de ánimo de la población, ambiente que, en ausencia de una alternativa de izquierda y popular, puede ser terreno favorable para el crecimiento de posiciones ultrarreaccionarias, incluso fascistas.

Los partidos de izquierda tenemos una gran responsabilidad en todo esto, debemos hacernos una seria y honesta autocrítica y tener el coraje de enmendar rumbos. La situación del país no se va a resolver en automático, sin la acción de fuerzas de vanguardia qué señalen el rumbo, recuperen la confianza de las masas, trabajen en el corazón del pueblo.

Este año ha sido difícil y de grandes desafíos para nuestro Partido. Hemos tenido que hacer frente a la acción de un grupo fraccional que pretendía boicotear el reordenamiento acordado y colocar al Partido a la cola de la derecha neoliberal. Nuestro Partido ha salido indemne y fortalecido de este episodio. En este caso concreto se valida la afirmación de Marx, de que el Partido se fortalece depurándose. Los acontecimientos posteriores demuestran que este grupo ha descendido aceleradamente por el camino de la renuncia a los principios, su entrega al sindicalismo amarillo, el prebendismo y la repartija, el manejo táctico de conciliación con la dictadura mafiosa.

El 2025 nos trae enormes desafíos y responsabilidades a todos quienes apostamos por un país distinto. En nuestro caso, ratificando nuestros principios e identidad socialista, reforzaremos nuestro trabajo para avanzar en el reordenamiento partidario, que no tiene otro sentido que colocar a nuestro Partido a la altura de las grandes exigencias del presente. Asumiremos lo que nos corresponde en el fortalecimiento de la izquierda y el movimiento popular, afirmando la unidad y reforzando nuestro trabajo de bases.

La principal ventaja de la dictadura mafiosa consiste en nuestra debilidad. Debemos trastocar rápidamente esta situación. Existen condiciones para ello, va a depender de nosotros aprovecharlas.

¡Otro Perú es posible, unidos podemos lograrlo!

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