LA IMPOSTURA y LA CONCILIACIÓN CON LA ULTRADERECHA
Por: Manuel Guerra
Circula un libelo, que usurpa el nombre del CR César Vallejo del Partido Comunista del Perú Patria Roja, donde queda patente, una vez más, la deshonestidad intelectual, la orfandad de ideas e inconsistencia argumentativa de los pregoneros del grupo fraccional. Por ello se ven obligados a recurrir al manoseado terruqueo contra nuestro Partido, a la narrativa mentirosa, a los métodos cicateros con que se han abocado a realizar su labor de “reconstructores”, ni más, ni menos.
DEFENSA DEL SUTEP Y DEL SINDICALISMO DE CLASE
Muy suelto de huesos, el autor del libelo afirma que nuestro Partido está empeñado en atacar al SUTEP. Nada más falso. Para hacer pasar ese contrabando, cual aprendiz de mago, recurre al burdo truco de hacer ver que el SUTEP y la camarilla encabezada por Lucio Castro, que hoy dirige al sindicato, son la misma cosa. No, señor, nuestro Partido está empeñado en la defensa del SUTEP y sus principios primigenios, la defensa de su institucionalidad y de la democracia sindical, hoy atropelladas por la cúpula oportunista.
Tampoco es cierto que la abrumadora mayoría del magisterio decidió la reelección de Lucio Castro y su camarilla. Lo cierto es que esta cúpula trabajó con mucho tiempo su reelección, recurriendo a métodos ilegales, como al atropello autoritario de los comités donde no tenían la correlación favorable, al paralelismo y la suplantación; al uso de prebendas y el chantaje. Pese a todos estos manejos, en la realización del XIX Congreso Nacional no tenían asegurada la victoria, por lo que se vieron obligados a las maniobras fraudulentas a través del comité electoral designado a su medida, que no tuvo mejor idea que descalificar a la lista opositora para no tener competencia en los comicios. Bien sentenció el vate Machado: “La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad, aunque se piense al revés”.
Los impostores, asimismo, evitan analizar a profundidad el espinoso tema de la huelga magisterial del 2017. Solo mencionan de pasada que se trató de “una derrota histórica” y de una “huelga de CONARE” y para explicarla se remontan a gestiones sindicales de décadas anteriores, saltando de garrocha la orientación y gestión del sindicato durante el periodo en que se desarrolló dicha huelga, cuya responsabilidad directa recae sobre Rolando Breña, entonces secretario general del Partido y Eleazar Briceño, secretario de asuntos educacionales y responsable de la Comisión Nacional del Frente Educacional del Partido (CONAFRE), entidad a la que pertenecían Lucio Castro y la cúpula que controla
actualmente el sindicato. Lo cierto es que durante este periodo se imprimió una conducción ajena a las orientaciones del Partido, contenidas en la I y II Conferencias Nacionales de Educación, donde, entre otras cosas, está planteada la concepción marxista de la Educación, la propuesta educativa que corresponde al Nuevo Curso, los lineamientos para el trabajo educativo en sus diversos estamentos, las políticas para el
trabajo en los sindicatos, relievando el papel de los comunistas en los gremios. Por cierto, en estos eventos, como constan en los documentos aprobados, se realizó un balance crítico y autocrítico de la labor del Partido en el sector, siendo una de sus conclusiones principales el haber rebajado la labor del Partido a los límites del sindicato, en perjuicio de la acumulación política socialista y revolucionaria y la construcción del Partido en el seno del magisterio, universidades, institutos superiores y trabajadores del sector
Nada de esto cuenta para los “reconstructores”, que en realidad ofician de divisionistas y destructores del Partido, aspirando a convertirse en sus sepultureros. Durante la década de gestión de Breña–Eleazar, se hizo tabla rasa de estas orientaciones, suplantándolas por una línea oportunista que se nutrió de las políticas educativas del Banco Mundial, de la orientación de la Internacional de la Educación (IE) que abogaba en contra de la influencia de los partidos comunistas en los sindicatos; reemplazando los
métodos de lucha de masas del SUTEP por el “sindicalismo propositivo”, los lobbys y las negociaciones en las alturas. Tales contrabandos que se expusieron en los documentos del sindicato y al interior del Partido, concitaron un profundo rechazo en la militancia y fueron duramente criticados en el Comité Central.
No solo eso. Como consecuencia de estas concepciones se hizo abandono del trabajo de bases, afirmándose un estilo burocrático, un comportamiento irrespetuoso de comitivas que viajaban por el país haciendo gala de derroche y despilfarro, indolentes frente a la difícil situación del magisterio que soportaba el acoso y sobreexplotación dispuesta por los tecnócratas del Ministerio de Educación.
Todo ello fue el caldo de cultivo para que se vaya generalizando el descontento del magisterio peruano que explotó en la huelga del 2017, y que fue hábilmente canalizado por el CONARE para desatar una ofensiva en contra de nuestro Partido. La respuesta del sector Breña–Eleazar, ocultando sus propias responsabilidades, fue el terruqueo en lugar de asumir una posición autocrítica de los errores incurridos. No diferenciar el descontento genuino de los maestros que se lanzaron a la lucha desbordando la conducción gremial, con la acción del senderismo y Pukallacta que se montaron sobre el movimiento, condujo a esa cúpula a meter a un mismo saco a todos los huelguistas motejándolos de senderistas, como hasta hoy lo hace el inefable autor del libelo. ¿Quién favorece entonces a Sendero?
Para terminar este punto, solo mencionamos que cuando en el Comité Central se evaluaron estos hechos y se decidió por mayoría reorganizar la CONAFRE, incluyendo la destitución de Eleazar, Rolando Breña asumió una postura chantajista, señalando que, si se cambiaba a Eleazar, él dejaba la secretaría general del Partido. El haber cedido a este chantaje fue un error de la dirección de entonces.
LA TÁCTICA DERECHISTA DEL GRUPO FRACCIONAL
Ya hemos visto la conducta de conciliación del grupo fraccional con la derecha neoliberal durante los gobiernos anteriores. Tal comportamiento se hizo otra vez evidente durante el último proceso electoral. Como es sabido, nuestro Partido, a través de JP, decidió respaldar la candidatura de Verónika Mendoza, la misma que no alcanzó a llegar a la segunda vuelta. Frente a la disyuntiva de votar por la candidatura de Pedro Castillo o Keiko Fujimori, el Partido decidió, como lo hicieron el conjunto de sectores de izquierda,
el movimiento popular, e incluso, sectores de la derecha liberal, apoyar la elección de Castillo. Breña, trasladando mecánicamente las contradicciones en el fuero sindical hacia el ámbito político, argumentó la opción del voto viciado aduciendo que Castillo era el representante de Sendero, lo que, a juicio del Partido, en los hechos favorecía a la candidatura de la ultraderecha. La posición de Breña quedó en absoluta minoría en el Comité Central, pero, como él mismo se ha encargado de decirlo públicamente, hizo caso omiso a esta decisión y votó viciado, lo que constituye una abierta violación al principio
del centralismo democrático, hecho que se va a repetir una y otra vez, como veremos más adelante.
Una vez proclamado Pedro Castillo como nuevo presidente, el Partido asumió una táctica de independencia política (no asumimos ningún cargo ministerial, como sí lo hicieron otros sectores de izquierda), de exigencia al gobierno que cumpla con sus promesas electorales, de defensa de las organizaciones populares frente a la política de cooptación, manoseo e injerencia por parte del gobierno, como fue la acción del ministro Maraví de favorecer a la FENATEP, en detrimento del SUTEP. Esta táctica no perdía de vista que el enemigo principal seguía siendo la ultraderecha neoliberal, empeñada en obstruir, vacar o dar golpe de Estado al nuevo gobierno. El grupo de Breña sostenía que el de Castillo era un gobierno senderista (lo cual no era cierto) y que había que hacerle una oposición frontal desde un primer momento, y, por tanto, se negaron a participar en las movilizaciones populares que se desarrollaron en contra de las maniobras derechistas, haciendo coro a las posiciones reaccionarias de terruqueo al movimiento popular. Tal política se expresó públicamente a través de las posiciones y declaraciones de la cúpula del SUTEP, hecho que obligó al Partido a emitir pronunciamientos aclaratorios que tales posiciones no representaban la política oficial de Patria Roja. La expresión más descarada de esta postura derechista se dio cuando Lucio Castro proclamó en el local del SUTEP como futura presidenta a Lady Camones, congresista de Alianza para el Progreso y que anteriormente había militado en las filas de Fuerza Popular. Estas manifestaciones de oportunismo derechista iban acompañadas de
ataques públicos de este personaje y su cúpula en contra de nuestro Partido, actitudes que indignaban a nuestra militancia, pero que eran permanentemente defendidas y justificadas por Breña y su grupo.
Es de público conocimiento que nuestro Partido, a través de pronunciamientos oficiales, criticó en diversas oportunidades al gobierno de Pedro Castillo, debido a que perdía iniciativa, se colocaba a la defensiva y hacía concesiones frente a la presión de la derecha; a la vez que asumió un rumbo errático, demostraba una evidente incapacidad, se vio envuelto en disputas con el sector de Vladimir Cerrón, se rodeó de sus compadres y paisanos, incluso su entorno más próximo fue comprometido por denuncias de corrupción. Todo ello le otorgaba enormes ventajas a la derecha que no cejaba en su ofensiva desestabilizadora y golpista, a la vez generaba frustración entre los sectores populares. En punto de quiebre se dio con el nombramiento del gabinete Valer, hecho que motivo a que nuestro Partido aprobara un reajuste táctico, declarando que pasaba a la oposición al gobierno. Esto no nos llevó de ninguna manera a perder la independencia política para colocarnos como furgón de cola de la ultraderecha, y nuestra organización siguió participando activamente en las movilizaciones en contra de
las maniobras reaccionarias, diferenciándonos de sectores castillistas que seguían respaldando al gobierno. Estos son los hechos objetivos y comprobables que el fraccionalismo pretende desconocer para endilgarnos el mote de “castillistas”.
Como es sabido, Pedro Castillo cometió el error de intentar un golpe de Estado, entregando su cabeza en bandeja de plata a la ultraderecha que venía trabajando incansablemente por su vacancia, destitución, incluso también una salida golpista. La insurgencia popular que gatilló este hecho expresó demandas mucho más profundas que el respaldo a Pedro Castillo; pusieron de relieve fracturas históricas irresueltas durante la república, como la ausencia de democracia real, el centralismo limeño, la exclusión social, el racismo, la tarea inconclusa de construcción de la nación peruana. Por tanto, correspondía al Partido apoyar al movimiento popular, vincularse con las masas en lucha, disputar la hegemonía desde dentro. Pero el grupo de Breña, obnubilado por su creencia que todo ello era una manifestación del senderismo, nuevamente optó por terruquear al movimiento y colocarse al margen de las luchas.
Respecto al régimen presidido por la fantoche Boluarte, este grupo fraccional en todo momento niega que se trate de una dictadura; afirma que los 60 muertos en las protestas son culpa de la provocación senderista y excluye de responsabilidad al régimen. Mientras los sectores populares luchan contra la dictadura, exige que se vayan todos, y nuestro Partido, recogiendo esa demanda, señala la necesidad de luchar por un gobierno democrático, de regeneración moral y justicia social, sin perder la perspectiva de la refundación republicana sobre la base de una nueva Constitución, el grupo fraccional promueve el aislamiento del SUTEP de las luchas populares, colocando en el centro de sus preocupaciones el pliego de reclamos, negociando y firmando acuerdos con el régimen, haciendo amagues de huelga y traicionando los intereses del magisterio. Bien sentenciaba Mariátegui: “Un proletariado sin más ideal que la reducción de las horas de trabajo y el aumento de los centavos del salario, no será nunca capaz de una gran
empresa histórica”.
EL GRUPO FRACCIONAL CONTRABANDEA CON EL PRINCIPIO DEL CENTRALISMO
DEMOCRÁTICO
Todos saben que el principio fundamental de organización de los partidos comunistas es el centralismo democrático. Sobre este punto las fuerzas reaccionarias han martillado una y otra vez, pretendiendo que ello es la fuente del autoritarismo que nos endilgan. Este principio combina la más amplia democracia, el derecho del militante a tener opinión, a disentir, a criticar, a participar en las tomas de decisiones que se toman por consenso o mayoría simple, salvo excepciones que requieren mayoría calificada; con el centralismo en la ejecución de las tareas, con la obligatoriedad de asumir las decisiones aprobadas por la mayoría. El grupo de Breña, para justificar su labor fraccional, recurre a una narrativa mentirosa, afirmando haber sido víctima de autoritarismo e intolerancia por parte del Buró Político, en especial por Alberto Moreno y el suscrito. Veamos los hechos: en las sesiones del BP, las posiciones de Breña casi siempre se redujeron a dos votos de once, y en el Comité Central, en el mejor de los casos obtuvo un tercio de los votos de los miembros titulares. Breña y sus partidarios siempre usaron su derecho a
exponer sus posiciones, a discrepar y criticar lo que consideraran conveniente. Lamentablemente para ellos, nunca obtuvieron mayoría en las cuestiones decisivas. Presas de la desesperación e impotencia, finalmente decidieron patear el tablero y alejarse del Partido. Lo hicieron reventando fuegos artificiales para encubrir su abandono de responsabilidades, de los principios, y del propio Partido. Entre las muchas
calumnias que viene regando Breña y su grupo, la más grave, que los coloca en el mismo plano de la ultraderecha, es acusarnos de ser cómplices de Sendero Luminoso y haber introducido en el Partido el “Pensamiento Gonzalo” ¿Eso significa el respeto al centralismo democrático y la práctica de la ética revolucionaria? Los hechos hablan por sí solos. Nuevamente citamos a Machado: “La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad, aunque se piense al revés”.
Recurren a leguleyadas e interpretación antojadiza del Estatuto del Partido los fraccionalistas en defensa de Lucio Castro y su camarilla, que en votación mayoritaria del Comité Central fueron suspendidos de su militancia por un año, debido a su conducta durante el XIX Congreso Nacional del SUTEP, y que luego de ese periodo se constató que se habían autoexcluido de nuestra organización. Señalan que la “autoexclusión” no figura en el Estatuto y, por tanto, es una medida ilegal. El análisis más elemental constata que todo el tiempo los individuos ingresan y salen de los partidos de manera voluntaria. Si un individuo decide alejarse del Partido, ¿es una violación al Estatuto constatar este hecho y certificar que ha dejado de ser militante? Tal cosa ha ocurrido con Lucio Castro, Alfredo Velásquez, Maruja Leyzaquía y Teresa Matos, quienes, luego de la suspensión de su militancia por un año, bien pudieron asumir una posición autocrítica, reconocer y rectificar sus errores y recuperar su condición de militantes. Pero hicieron todo lo contrario; asumieron abiertamente una posición contraria a las orientaciones del Partido, llegando al extremo de atacar públicamente a nuestra organización, conforme se ha reseñado líneas arriba; es decir, por voluntad propia habían abandonado las filas del Partido y nunca solicitaron su reingreso. Esa es la verdad de los hechos, falseada por el grupo fraccional, en su vano intento de “demostrar” el pretendido autoritarismo de la dirección del Partido.
Y así como este grupo miente sobre estos puntos, también miente descaradamente cuando afirma que una abrumadora mayoría de la militancia y comités del Partido los acompañan en su aventura rupturista. Absolutamente todos los comités intermedios del Partido se han mantenido firmes en defensa de su institucionalidad. Que en algunos lugares tengan un puñado de seguidores es otra cosa, pero de ninguna manera representan a las bases organizadas según el Estatuto. Sucede que este grupo en su delirante propósito de usurpar el nombre y siglas del Partido se ha abocado a fabricar comités fantasmas y presentarlos como la estructura del Partido. Nuestra militancia a lo largo y ancho del país lo tiene claro, pero el grupo necesita vender humo para tener alguna resonancia en las filas de la izquierda. No lo han logrado. Mejor les iría si asumen otro nombre y otras siglas. Usurpando el nombre de Patria Roja, echando mano a una campaña mentirosa y tirando barro a los dirigentes del Partido, su futuro es el de las hojas secas.
EL GRUPO FRACCIONAL ASUME EL ESPONTANEÍSMO Y RENIEGA DEL MARXISMO
En el citado libelo nuevamente se pone en evidencia la desviación espontaneista del grupo fraccional, es decir su prosternación al movimiento espontáneo, en este caso al gremio, y su renuncia al papel de vanguardia del Partido. El documento, de cabo a rabo, es una defensa de los fueros gremiales, la justificación de la conducta de la cúpula sindical, la algarabía por los supuestos logros del pliego de reclamos del SUTEP. Nada del papel del Partido, que no sea el ataque protervo a sus dirigentes, nada del objetivo socialista, nada sobre la posición que hay que asumir sobre la dictadura mafiosa, nada sobre la táctica que no sea conciliación con la derecha y terruqueo al movimiento popular. Confunde este grupo el control burocrático y, en su caso, tramposo, de los gremios, con la línea de masas, que tiene un contenido eminentemente político, de participación en el movimiento espontáneo para generar conciencia política, llevar a las masas a la acción política, ampliar la influencia de las ideas socialistas, construir el Partido en el seno de los trabajadores. Se equivoca el grupo fraccional cuando cree que la labor de los comunistas se reduce a capturar las dirigencias gremiales; se equivocan si están convencidos que con ello se obtiene la hegemonía. Esta sobrevaloración de la acción gremial y de los cargos sindicales los lleva a renegar de la política revolucionaria, del papel del Partido, al que sienten como un peso y un obstáculo para sus fines. El Partido como un apéndice del sindicato, subordinado a su lógica, eso es lo que quisieron hacer de Patria Roja.
OPORTUNISMO ELECTORERO
El comportamiento político electoral del grupo fraccional está inmerso, asimismo en la lógica espontaneista. Las elecciones como un fin para escalar posiciones personales, no como un medio para plasmar los objetivos del Nuevo Curso y el socialismo. Contaminados por el pragmatismo en boga los miembros de este grupo asumen un comportamiento oportunista y deleznable. Quienes nada hicieron para lograr la inscripción del PTE, una vez lograda esta tarea con el esfuerzo de la militancia partidaria, se apresuran a afiliarse a última hora, pretendiendo ganarse una curul a las buenas o a las malas. No contentos con querer dividir al Partido, ahora se han propuesto sacarlo del PTE usando las intrigas para agudizar las contradicciones entre el Partido y el presidente del PTE. Lucio Castro, convencido que por ser el dirigente principal del SUTEP va a tener un amplio respaldo electoral del magisterio, hasta se ha apresurado a lanzar su pre candidatura presidencial, haciendo uso de su plumífero a suelto, el periodista Tafur, dedicado a reventarle cuetes e inventarle cualidades que no tiene. Mientras que el hombre que soñó con ser rey sueña ahora con una curul en el senado. Los alocados sueños de este personaje no nos preocuparían sino fuera que para lograrlos recurre a las malas artes, a la impostura, al terruqueo y ataques viles contra nuestro Partido. Triste papel de un renegado que no sabe envejecer con dignidad.