El pasado lunes 14, nos dejó Carmen Caro viuda de Piqueras. Nos enteramos tarde, y no podía ser de otra manera, en un país como el nuestro en el cual las expresiones de nuestra cultura popular son despreciadas y ocultarlas por la ideología dominante, salvo aquellas que le hacen la corte y le rinden pleitesía.
La década del 70 del siglo pasado a nivel mundial fueron años de grandes convulsiones sociales y políticas. Marejadas de manifestaciones y movilizaciones sociales a favor de los países que luchaban por su liberación y el socialismo marcaron a sangre y fuego las diversas expresiones del arte. La música, literatura, el cine entre otras, son testigo de ello. El teatro no podía ser una isla. Y nuestro país no fue un terreno baldío de esta ola de renovación artística que surgió a nivel mundial. En este contexto es que nació el arte del mimo de los Piqueras.
Juan como mimo y su arte no hubiera podido surgir sin Carmen. Lo mismo puede asegurarse de Carmen. Es un hecho casi único en nuestro país y raro a nivel de nuestra América y podríamos asegurar mundial. A ello, ayudó la época, fueron años donde el individuo estaba constreñido al grupo, y lo social fue más valioso que lo individual, y no como ahora, años donde reina el individualismo y lo personal se privilegia sobre lo social.
Igualmente, todavía las corrientes y el movimiento feminista no tenían la presencia y la fuerza que fue adquiriendo a finales del siglo pasado y el presente, como lo es también el ecologista. Allí, pues, encontramos una de las mejores explicaciones el por qué la estatura artística de Carmen y su aporte al dúo artístico de los Piqueras no ha adquirido la dimensión de Juan. Cuando se hablaba de los mimos Piqueras más adquiría la presencia masculina que la femenina y la presencia de Carmen figuraba y figuró en segundo plano. Por ello, también, su desaparición física no ha sido tan comentada como la de su compañero acaecida en el 2017.
El aporte de este dúo al desarrollo del teatro peruano y particularmente al mimo, ha sido inmenso. No pecamos de exagerados si lo comparamos con el que dio esa otra gran figura que fue y es Jorge Acuña. Ellos, quizás, conforman las bases de lo que es el arte del mimo en nuestra patria. Y cuando se realice una historia del teatro peruano, y, particularmente de aquel que surgió y se desarrolló a partir de la década del 70 hasta finales del siglo XX, Juan y Carmen, o mejor, Carmen y Juan Piqueras tendrán, porque lo merecen por la labor realizada, un rol principal, destacado muy destacado, podemos asegurar.
Ellos se dirigieron a los niños y a los adultos realizando una gran labor pedagógica, no solamente con su arte; también por sus enseñanzas como profesores. En estos años de profunda crisis en nuestra patria, estamos seguros que saldrá un movimiento de teatro con similares características a los que surgió en la década del 70, mirando y abrazando al pueblo, compenetrándose en él. Y como señala la canción de Los} Mojarras, la mayoría de los movimientos artísticos abordarán este, nuestro triciclo, llamado Perú.