La izquierda descrita por un nihilista

Por: Manuel Guerra

Cada cierto tiempo a César Hildebrandt se le da por ocuparse de la izquierda, e,

invariablemente lo hace de manera lapidaria. Lo ha hecho nuevamente hace unos pocos días, usando los mismos argumentos y los mismos calificativos que en ocasiones anteriores.

Pensé en escribir una respuesta, pero como ya lo hice anteriormente y considero ocioso repetir lo mismo, mejor reproduzco lo que escribí en el 2021 sobre este punto:

A esta andanada en contra de la izquierda por parte de la derecha, el periodista César Hildebrandt contribuye con su granito de arena. Claro que no lo hace desde el reaccionarismo recalcitrante, sino desde el recalcitrante nihilismo, tal vez sin darse cuenta que los extremos se tocan, tal vez sin percibir que su purismo con el que se ha investido contribuye a la labor destructiva en que está empeñada la derecha coaligada en la defensa del status quo.

El nihilismo de Hildebrandt puede ser brillante en el uso del verbo y el adjetivo, en la frase lapidaria; puede ser efectivo para remover los sentimientos de sus lectores, para indignarlos o conmoverlos frente a las injusticias, pero no aporta nada sobre la solución a los problemas.

Negar o renegar es positivo si va acompañado de una alternativa frente a lo que se critica. Pero la negación como principio y fin solo conduce a la decepción, al inmovilismo, a la queja depresiva, a la desconfianza y, finalmente, a la resignación. Si las cosas están mal y muy mal y nadie está capacitado para producir un cambio, entonces hago lo que mejor sé hacer: renegar de todo el mundo, descalificar a tirios y troyanos, lanzarles mis dardos cargados de veneno.

Hildebrandt reniega de la historia, centrándose en los personajes y no en los procesos, las causas, los factores que en última instancia explican el desempeño de los colectivos e individualidades. Solo ve las cosas en blanco y negro, olvidando los matices, lo positivo y negativo que puede tener un mismo proceso o la actuación de una persona. De este modo asume una postura liquidadora de Barrantes y Diez Canseco, presentándolos como personajes llenos de odio y resentimientos; lo propio hace con los colectivos o partidos de izquierda, a quienes no reconoce nada bueno, nada positivo, nada que los salve de su flamígera espada.

Seríamos mezquinos si no reconociéramos el papel que ha jugado y juega César Hildebrandt en la lucha contra el fujimorismo, el alanismo, la corrupción y las diversas expresiones de las clases dominantes que han conducido al país al atolladero; pero, como decía el viejo Marx: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”.

Y es aquí, en el aspecto de la transformación, que Hildebrandt da palos de ciego; y es aquí, que la izquierda, afirmando sus principios, capaz de renovarse y aprender de sus errores, persiste en la esperanza y el optimismo, continúa tercamente apostando por el amanecer en medio de la oscuridad y la tormenta.

Compartir:

Facebook
Twitter
LinkedIn